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  • Foto del escritor: Javier Arriero
    Javier Arriero
  • 28 jul
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 29 jul

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Decía Oscar Wilde que todo es sexo menos el sexo: el sexo es poder. Y eso es exactamente lo que subyace en esta extensa recopilación de fantasías femeninas.


Gillian Anderson (la actriz protagonista de Expediente X... si no te suena de nada Expediente X: una señora mayor) decidió llevar a cabo la siguiente maniobra editorial: invitar, a través de la página web de su editorial, a que mujeres anónimas le enviaran textos en los que sinceraran sus fantasías sexuales.

“Estas cartas desencadenaron un torrente de efusiones sinceras, espontáneas, desgarradoras, divertidas y directamente obscenas, que subrayaban fantasías tan ricas y variadas como sus autoras.”

Se les pide a sus autoras que indiquen su grupo étnico y/o la nacionalidad; su religión (y si es o no practicante); su renta anual; su orientación sexual; su estado civil, y si tienen hijos o no, y cuántos. Esto permitiría deducir, supongo, si cualquiera de estos aspectos influía en las fantasías sexuales de cada cual.

Lo cierto es que influye. Pero lo más llamativo es el número asombrosamente elevado de mujeres que se declaran paganas pansexuales. No especifican si sacrifican toros blancos a Zeus, creen que van a ir al Valhalla en caso de lograr morir en combate (hoy en día no es fácil) o, quizá más probable, se han inventado alguna clase de mitología que incluye druidas, brujas, solsticios, túnicas blancas y capas con capuchas negras. En ese caso, mis dieces. Y lo de ser pansexual es muy práctico, porque amplía muchísimo tus posibilidades de follar. Presupongo.


Diríamos que el sexo desata nuestro instinto animal, que incluso es puro instinto, y efectivamente es algo que decimos mucho, pero es mentira. Porque el sexo no es una cuestión física, pese a lo que parezca; el sexo es antes de todo un estado mental. El sexo está en el cerebro.

En el volumen, de ¡539 páginas!, solo hay una carta que se limita a lo corporal:


“Por el culo, fuerte, hasta dentro.”


Y ninguna más.

Los hombres somos animales sociales, las mujeres también, y lo que reflejan todas y cada una de las fantasías restantes tiene que ver con lo social, y además con un aspecto de lo social muy específico: con el poder. Ser adorada, ser recorrida por seis manos, ser descalzada rudamente o calzada con delicadeza, que alguien indefinido, una sombra, te observe, que una mujer te observe, que un gimnasta te observe, que te observe tu marido, tu amiga, tres amigas, un gato, una multitud; que un dentista te ate a su silla y te folle; que te folle un hombre de negocios, una mujer de negocios, un profesor de mediana edad, un policía, una policía, un sargento, una almirante (¿por qué no un cartero, un fontanero, un electricista? Porque el libro solo tiene 539 páginas, no caben todas las profesiones, ni son igual de deseables). Desnudos somos todos iguales, pero en las fantasías sexuales, al parecer, lo que queremos es no serlo. Por eso muchas de esas fantasías tienen que ver con el poder de una forma no solo sutil, como en los casos anteriores, sino descarada: ser dominada, dominar, castigar, ser castigada. El libro es un catálogo de relaciones sociales que se practican sin ropa, sí, pero que no por ello dejan de serlo. Raramente se fantasea con esculturales maromos anónimos en estas páginas porque la fantasía ha de mantener un pie en la realidad para resultarnos verosímil, para que lleguemos a creerla lo suficiente como para que nos sacie el deseo. Para querer quitarle la ropa, literal y metafóricamente, el sujeto ha de estar antes deseablemente vestido, literal y metafóricamente. Suele ser un vecino, un conocido, un pariente, alguien que de verdad existe, porque toda utopía es un perfeccionamiento de lo que existente.


Pese a la sobreabundancia de mujeres en principio poco comunes, como transexuales pansexuales agnósticas, las fantasías al final son muy comunes, un tanto repetitivas. Probablemente si abundaran las mujeres en principio más comunes sus fantasías serían más extrañas. Probablemente, pero vete a saber.


Lo seguro es que el sexo es, ante todo, una actividad social.

 

 
 
 

3 comentarios

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Y más yo
01 ago
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Susana Simancas
Susana Simancas
29 jul
Obtuvo 2 de 5 estrellas.

Si lo hicieran en España, me extraña que no saliera un butanero, el de internet, el manitas............etc. no creo que sea representativo de nada, pero , igualmente, está el Informe Kinsey o la película "Kiki, el amor se hace"; lo original es practicarlo🤭,tampoco creo que los hombres nos ganaran a originalidad...

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Yo
01 ago
Contestando a

En realidad, es buena la reseña,ahora que leerme es mamotreto, cómo que no

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