El niño resentido, de César González (Reservoir Books)
- Javier Arriero

- 24 jun
- 3 Min. de lectura

“Era un romántico, un bohemio, un poeta, pero su poesía se escribía con hechos y no con palabras.
Me siento muy solo ¿sabes? me dijo una noche con un rostro pesado y melancólico, escondidos en un pasillo de la villa, lejos del resto de la banda.
Y yo siento que nunca me amaron, respondí.
Mejor, consoló. ¿Que te importa que te amen? La vida es una mierda igual.”
El niño resentido, de Cesar González, publicado por Reservoir Books, es una obra autobiográfica, y ha sido un éxito de ventas en Argentina. César narra su infancia y adolescencia en una villa miseria de Buenos Aires llamada, grandiosamente, Carlos Gardel.
Narrada con un lenguaje muy sencillo, este fragmento es el único momento en que el protagonista puede sincerarse desde la intimidad. Y para ello, se esconde. Y en ese momento único, hablando, sobre todo, para sí mismo, esto es lo que nos dice; que siente que nunca le amaron. O, dicho de otro modo, que nunca se ha sentido valioso para nadie. Que es una excrecencia, un detrito, un fallo sin solución, un hueco en la mandíbula de un mundo podrido.
La pobreza, nos avisa el protagonista desde el principio, no solo aniquila el presente, por puro hastío y agotamiento; aniquila el futuro, incluso como idea, como si se tratara de un túnel sin luz al final. Pero, además, la pobreza elimina también toda posibilidad de intimidad. En una casa abarrotada, en una calle en la que todo se expresa a través de gritos, insultos y violencia, no hay espacio para la reflexión. No hay espacio para desarrollar, siquiera, una conciencia completa de uno mismo. El protagonista y sus compinches se ven forzados a vivir únicamente hacia fuera, cruzando la frontera de su villa para robar, sin planificación, sin ambición, lo primero que puedan.
Viven dentro de su cárcel de miseria, robandose unos a otros, tiroteándose, reconociendo únicamente como congéneres a los de la propia banda, sin que la banda sea tampoco el sustituto real de una familia; los miembros de la banda pueden abandonar a los suyos ante el peligro, los miembros de la banda pueden cambiar de banda en cualquier momento. Todos ellos son, ante todo, víctimas, pero y solo después, verdugos; viven huyendo de la policía, que tiene el gatillo fácil, o corriendo hacia sus víctimas, porque cuando no hay futuro todo ha de ser inmediato. Para ellos solo hay dos finales posibles: la muerte temprana o, con suerte, la cárcel. Ni siquiera creen que puedan retrasar esos finales inevitables.
Estos desgraciados de nacimiento no roban para hacerse ricos, no roban para escapar de este universo de miseria y violencia que los succiona con la gravedad invencible de un agujero negro. Roban para comprar ropa deportiva de marca, la más cara posible, porque les permite la ficción, sobre todo ante sí mismos, de ser otros más valiosos. De ser, como sea, importantes. Roban, también, para hacerse un nombre, porque es el único modo de obtener respeto, ya que obtener amor está más allá de sus posibilidades. Y roban para comprar droga, que es la única forma concecible de escapar a una realidad implacable que ya les ha condenado a perpetuidad cuando todavía eran inocentes. Nada depende ellos. Su delito primero es nacer.
Raramente tenemos un testimonio de esta desposesión desde dentro de ella, porque raramente escriben los desposeídos. No poseen ni el lenguaje ni los medios, y raramente tienen la intención de contar, porque lo consideran inútil, dado que nada va a cambiar con su relato. Es una narración dura, pero lo es menos de lo que podría por el modo en que está narrada, despojada de opinión y de retórica; evita enunciar la reflexión de la que sus protagonistas carecen. Bajo su aparente sencillez, es una narración sofisticada en la cual el protagonista no se excusa, apenas se pregunta, raramente se contempla a sí mismo con conmiseración; raramente juzga. La reflexión queda para el lector, que sí dispone del lujo de la intimidad.



Me resulta curioso los títulos,no conocía ninguno y por tanto interesante y original. Gracias por compartir tus lecturas!!!