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Del amanecer a la decadencia, quinientos años de vida cultural en Occidente, de Jacques Barzun, editorial Taurus

  • Foto del escritor: Javier Arriero
    Javier Arriero
  • 14 sept
  • 3 Min. de lectura
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Del amanecer a la decadencia, quinientos años de vida cultural en Occidente, de Jacques Barzun, editorial Taurus


Esta obra es una maravilla, y cuanto diga de él se queda corto. Es increíble que una sola persona pueda acumular en una sola vida tamaña erudición en tantos campos como la que demuestra poseer Jacques Barzun.

Este es un recorrido exhaustivo de quinientos años por la cultura, la filosofía, la literatura, las artes, y sus complejas repercusiones en la sociedad y, por último, en la política. Y derriba tópicos sin cesar.


A lo largo de la obra asistimos al imparable proceso del cambio, que demuestra que cada generación pone en duda las convicciones que hereda y genera nuevas dudas e ideas, que se van expandiendo lentamente en el resto de la sociedad como las ondas en la superficie de un lago hasta permearla por completo, lo que genera nuevas demandas políticas que modifican nuestros conceptos de lo que es moral y legítimo. Normalmente, cada uno de estos campos se suele analizar por separado por parte de especialistas que tienden a encapsular cada disciplina. Eso impide la visión de conjunto y las repercusiones que las nuevas ideas generan en nuestra percepción de la realidad. Percepción que a su vez genera, a la larga, demandas que la transforman de arriba a abajo, incluyendo sus modos de gobierno. Una exposición, por ejemplo, de la filosofía predominante de una época concreta no alcanzará a mostrar cómo esa vanguardia del pensamiento acaba empapando cada una de las artes, y por último la mentalidad de las siguientes décadas, hasta que conduce a demandas políticas que sacuden a toda la sociedad. Este cambio a veces se produce mediante pequeñas correcciones, y a veces mediante tremendas revoluciones, como la francesa. Y este recorrido fascinante por la transformación de la cultura y de la mentalidad depara asombros constantes, como el hecho de que Shakespeare permaneciera olvidado durante dos siglos, y que el primer crítico que tras ese largo olvido enunció unos tímidos elogios provocó la burla de sus contemporáneos. O que Rousseau ni creó ni defendió la idea del buen salvaje, ni fue pionero en la enunciación de un contrato social. O que la literatura no sigue un trayecto ideal de innovación y experimentación, sino que responde a la sensibilidad de los lectores de cada tiempo, por lo que las narraciones responden a sus gustos. Lo que explica que la inmensa mayoría de las obras que fueron encumbradas en un momento concreto acaben arrumbadas cuando su época concluye. No vuelven a publicarse porque dos generaciones después resultarían insoportables, incluso ilegibles, cuando no risibles, para los lectores de una nueva época. O que fue el luteranismo, al inducir a la lectura individual de la biblia, lo que provocó como efecto colateral una larga marea de fondo de individualismo que recorre los últimos quinientos años de nuestra historia. Luteranismo que pudo llegar a existir, en lugar de ser sofocado o de agotarse en sí mismo por desatención, como le ocurrió tantos movimientos religiosos anteriores, gracias a un invento que permitió comunicarlo de forma amplia en poco tiempo: la imprenta. Todo está interrelacionado de forma compleja, y eso es lo que nos va mostrando esta obra magna.


El concepto que anuncia el título, del Amanecer a la decadencia, está mal escogido y no define la obra. En realidad no adquiere importancia en el texto, que se centra en el proceso continuo, no en un supuesto inicio ideal que fuera decayendo hasta un final agónico, y claramente se muestra cómo el renacimiento no surge en el vacío, proviene de la edad media, que no es en absoluto denostada como una etapa oscura. La única pega que puede ponérsele, esforzándome por ponerla alguna, es que preste mucha atención al norte de Europa, principalmente Francia, Reino Unido y Alemania, y menos al mundo mediterráneo. Aunque es cierto que España e Italia fueron perdiendo relevancia a partir del siglo XVI y el eje del poder, y por tanto la primacía política y cultural, se desplazó al norte. El vencedor, el rico, el poderoso, siempre parece estar en posesión absoluta de cuanto es valioso, lo que incluye el arte, la filosofía, las costumbres y las formas políticas. Por eso, en los últimos siglos la atención del autor se desplaza desde el norte de Europa a Estados Unidos.

Si en este siglo China acaba convirtiéndose en la potencia hegemónica que podría llegar a ser, su arte, su filosofía, sus costumbres y su forma política, que ahora nos parecen ajenas, cuando no erróneas, nos parecerán más certeras que las propias. Se nos va a poner la mentalidad patas arriba.


En resumen: la obra genera no solo una visión inédita, original y detallada de este largo periodo de quinientos años, además permite una visión de conjunto de la aventura humana que es imposible obtener examinando cada parcela por separado.

 
 
 

1 comentario

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Susana
14 sept
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Me parece fascinante, este también me lo anoto. Aunque creo que hay mucha gente ya superfan del mundo oriental y sus filosofías: kaizen, ikigai y demás mandangas que lo ponen en autoayuda

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